Allí estaba, sentada bajo el árbol más frondoso que había, la fría y cruda nieve caía sobre ella, pero se mantuvo siempre en la misma posición, sentada con las rodillas pegadas al pecho y trazando formas con el dedo índice, sobre el suelo cubierto por esta capa de cristales blancos. -¿por que estás aquí?- se le acerco un pequeño curioso -no debo hablar con extraños-respondió de manera tierna el pequeño escondió sus manos en el bolsillo de su parka color verde oliva y se sentó al lado de ella -oye, no te dije que podías sentarte-habló y él notó su voz quebrada y los labios morados por el frío -te estás congelando-le señaló sus pequeños labios temblorosos ella le demostró que no le importaba con un leve encogimiento de hombros, él sonrío gentilmente, se quitó su parka y se la colocó a ella por encima de los hombros, la miró a los ojos y mientras le sacudía el cabello, provocando que la pequeña capa de nieve que yacía ahí, cayera al suelo, le dijo: -a veces las mejores compañías, vienen disfrazadas en forma de extraños.- A veces el destino puede llegar a ser tu mayor amigo o tu peor enemigo y para Shiandrev Olyvzius, el destino fue el mayor amigo que apuñaló su espalda como el peor de los enemigos.