¿Por qué demonios la gente tenía que ser tan perfecta? ¿Por qué tenían que ser tan frágiles y dramáticos? ¿Por qué tenía que ser una maldita ciudad de cristal? Deena Gilz era tan diferente, tan volátil y tan bohemia en comparación a aquellas personas... ellos parecían tan estúpidamente perfectos. Deena ya se había acostumbrado a ser la rarita de la ciudad, como solían llamarla en el instituto, hasta que llegó alguien que lo cambió todo.