Ante mi silencio, se acerca lentamente y nuestros labios entreabiertos se rozan, quedándonos así por un momento eterno. Un beso incipiente que no llega, un deseo mutuo que no culmina, la respiración de ambos cada vez más agitada, sus brazos sujetándome con fuerza... Por fin nuestras bocas se unen y nuestros cuerpos se aplastan el uno contra el otro apasionadamente, haciéndome sentir el vértigo propio de subir a lo más alto y volar.
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