Pocas cosas fueron las que tuvo Hande claras durante su adolescencia. Aun así, había tres que, desde el primer momento, creía que serían eternas: La primera: que iba a disfrutar de su vida, siempre haciendo lo que le apeteciera y sin dejar atrás sus anhelos; adaptándose a sus necesidades. La segunda: que Layla, desde que se conocieron, iba a ser su inseparable. Y la tercera: que Kerem, su mejor amigo y amor adolescente, siempre formaría parte de su vida. Pero la vida va de acontecimientos inesperados y de llevarse decepciones. Kerem de un día para el otro desapareció de su vida, haciendo la suya propia. Y Hande, a pesar de la dificultad, creyó superarlo. No obstante, todo se desmorona cuando año y medio después Kerem vuelve a Milán, junto a su novia, y Hande aparentemente está más enamorada que nunca de su novio Enzo. Cuando parece que cada uno ha enderezado su futuro y han encontrado a la persona con la que compartir sus vidas, el caprichoso destino decide volver a juntarlos. Y, para sorpresa de ellos, sus sentimientos están más vivos que nunca.