Todos sentimos dolor alguna vez, todos y cada uno de nosotros sintió alguna vez esa punzada en el pecho, o tal vez en la nuca, esa falta de aire, o esas simples ganas de gritar y de hacer pedazos aquel objeto que tengamos mas cerca. No podemos controlar el dolor, no podemos elegir que nos va a pasar, ni quien se interpondrá en nuestro camino, no podemos elegir quien se alejará de nosotros, pero hay una cosa que si nos obedece. Sufrir; sufrir es nuestra elección, el dolor es un maldito niño malcriado que llega a casa en el peor momento, pero el sufrimiento reside en nosotros.En el momento en el que reconocemos nuestra oscuridad, en el preciso instante en el que dejamos ir el dolor, en ese desgarrador grito, en esas incontables lágrimas, en aquella bofetada, el dolor se alivia y pareciera que la luz quiere entrar. En estos escritos dejo ir mis más oscuros momentos, momentos en los que el miedo quería ganarme, en los que la desesperación luchaba por apoderarse de mí, momentos en los que tenía que dejar salir todo aquello que me lastimara, momentos en los que la oscuridad se negaba a abandonar mi ser. Tal vez alguno de ustedes, alguna vez, haya sentido lo que yo sentí o tal vez pensado lo que yo pensé, o tal vez crean que soy un enfermo, quizá un pobre joven infeliz. De igual forma sepan que nadie escapa al sombrío, todos escondemos las sombras en lo más profundo de nuestro ser, todos somos opacos y vivimos en las tinieblas de vez en cuando, todos cedemos a la penumbra una que otra vez,en cada uno de nosotros un encadenado y siniestro monstruo lucha por liberarse; pero no teman, no alimenten al dolor con miedo; luchen, combatan o ... simplemente déjenlo ir.
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