Lo tachaban de asocial, poco amable, grosero, inadecuado, de pocas palabras. Era sincero, no tenía filtros, las normas sociales no le hacían sentido, el sistema educativo lo presionaba y no aprendía de la manera que le gustaba, él estaba bien, porque simplemente era parte del espectro autista. Eso no le impidió buscar su independencia, aquella búsqueda lo llevó a tener un roomie de emociones intensas con quien comenzaría a ver su vida de otra forma.