Victoria está enojada. No, no, borra eso; hay que buscar un mejor adjetivo que realmente describa el sentimiento. Victoria está cabreada. De hecho, ella ha estado cabreada por años. Ser capitana del equipo de natación te lleva hasta ese punto de inflexión, sobre todo cuando sabes que tu equipo tiene el talento, pero no el reconocimiento o, mejor dicho, el presupuesto que merecen. Ella lista para ponerle fin a la ridícula supremacía que los chicos del equipo de polo acuático han mantenido por años. De eso depende su beca y su equipo. Sin recursos, es imposible competir en los estatales, y sin competencias estatales, hay menos oportunidades de ser visto por reclutadores universitarios. Así que después de numerosas solicitudes de presupuesto rechazadas, es momento de tomar medidas estrictas; hay que hacerle frente al enemigo. Solo que... nunca pensó que «hacerle frente al enemigo» sería explotar contra Bass Miller (su archienemigo y capitán del equipo de polo) bajo los efectos del alcohol, en una fiesta, y que todo terminara en una ridícula competencia con un jugoso premio que podría fácilmente resolver todos sus problemas. Sin embargo, no hay vuelta atrás. Es todo o nada, y ni la determinación de Victoria, ni el orgullo de Bass están dispuestos a perder. Eso, al menos que... las percepciones cambien, los sentimientos se interpongan y una enemistad casi bíblica se vea liada por la última -y peor- cosa que podrías hacer con tu enemigo: enamorarte.