"Cuenta la leyenda que, cierto día, Cronos encontró a Urano confiado en brazos de Nix, con la que había engendrado a Tánates e Hipnos, y le castró con una hoz de pedernal que le había dado Gea. De la sangre que se derramo sobre la tierra nacieron los gigantes que, más tarde fueron destruidos por Heracles. La última gota de sangre que cayó sobre aquel mundo se divido en dos por gracia de una rosa roja con espinas. Así, la primera fracción creció un tiempo después como humana. Nadie supo de la segunda fracción, pero se dice que permaneció en aquella rosa sembrada por Hades durante mucho tiempo y fue absorbida por el demonio descendiendo al infierno y de ahí jamás salió."