Un putero se convirtió en mi refugio. entre las paredes de aquel burdel quien diría que podía haber amor verdadero, los momentos de felicidad, aunque efímeros, era como saborear una dulce manzana después de chupar limones, aquel frio lugar que giraba alrededor del dinero, y olía a perfume de hombre, sudor y licor derramado. me abrazo, me lleno de calor, y fue un hogar por aquella noche. Se sentía para mí, como la mayor de las locuras imaginadas por un demente. Te amo, Adora-confesó, mi corazón latió con fuerza, sorprendiéndome con la respuesta que se escapo de mis labios - también te amo, Catra.