Sus ojos tan azules como el agua pero su personalidad tan ardiente como el fuego. Esa era la mejor descripción que se le podía dar a alguien como Derek Evans: ardiente.
Él, era fuego. Ella, era la cerilla capaz de incendiario.
Me advirtieron que no jugara con fuego porque podía quemarme.
Y así terminé. Incendiándome dolorosamente en el infierno personal que él había creado para mí.
''Me sentía culpable. Sentía que era quien estaba fallando. Buscando mil pretextos para justificarlo, mientras él buscaba mil excusas más para repetirlo. '' ─Charlotte Evans.