Nunca conocí el infierno hasta que caí en el Internado San Gabriel. Entrar aquí ha sido como conocer el Tártaro en persona. Al igual que allí hay almas en pena por doquier, torturas para cada uno de tus pecados y como no demonios que disfrutan con verte sufrir. Pero en medio de toda este caos lo conocí, no sabia si era para bien o para mal aún que al principio solo pensé en una cosa alejarme de él. ¿Quién no lo haría?, todo a su alrededor gritaba peligro. Escúchame bien como se te ocurra abrir la boca te mato- aquello en vez de causar terror me causó gracia. -A ver Terminator, ¿con qué me matarás?,¿con un tenedor?- en serio lo del tenedor era lo más estupido que había oído nunca. Una de sus manos se posó en mi cuello con la fuerza suficiente para hacerme ver que no estaba para bromas pero no como para lastimarme. Aquello realmente me asustó un poco. -Estoy hablando muy enserio, abres la boca y me aseguraré de desaparecer hasta la última gota de cordura e inocencia que puedas tener- trague seco ante sus palabras- ¿entendido? - Si- mi voz se emitió como si estuviera a un solo suspiro de desaparecer y es que aquí, era donde acababa mi numerito de chica valiente.
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