Pensé que lo mismo sentías, que por fin me querrías. Pensé que, al fundir nuestros cuerpos en un fino abrazo, con nuestras pieles expuestas y corazón desbordando, serías tu el que cayera de amor por mí. Pensé que con nuestras respiraciones desenfrenadas susurrando a nuestros oídos, dirías por fin un sincero te amo. Pensé... Porque ni una llama de calor se expande por tu cuerpo al verme ahora. Porque solo una sonrisa apagada es la que me dedicas sin ganas. Porque desde un principio yo sabía que entregarte cuerpo y alma solo serviría para entrar en mi agonía y jamás poder salir.