A Marta siempre le ha gustado ser independiente. De hecho ya lo es. Se ha mudado a un barrio muy tranquilo y apartado de la ciudad que siempre le ha hecho daño. Su vida ahora que está sola es perfecta; sale a correr, sale cuando quiere y nadie la controla. O eso pensaba ella.
Para Alejandro, su vida es asfixiante sobre todo en su trabajo y en su vida personal. Después de aquella noche, decidió cambiar su vida cambiando de hogar. Y que mejor sitio que en las afueras, donde nadie puede molestarte.
Alejandro también pensaba que su vida iba a ser tranquilidad absoluta. Pero aquella mañana en la que vio a ese coche a la fuga, supo que esa paz y tranquilidad había terminado ahí.