Me miró.
En ese momento supe que estaba perdido, endemoniadamente perdido...
Sí, ella era hermosa, era hermosa en más de una forma. Pero también era causa y origen, consecuencia y destino.
Su recuerdo flota hasta mí traído por las olas, una y otra y otra vez.
El atardecer cobija los lamentos de este pobre anciano, que necio y fiel a una antigua promesa, regresa cada día a ver el sol morir. Regreso y oteo el horizonte anhelando lo que se fue... Llorando y brindando por todo aquello que no pudo ser.
Soy un viejo con el alma destrozada, el pelo cano, y la memoria revuelta entre el presente y el pasado.
Y sin embargo, mis plegarias al Olimpo son en vano. Pues a contar y a revivir esta historia, hasta el día de mi muerte, estoy condenado.
Quién diría que oráculos y promesas no combinan...
Lady Frances Hess sabía que su estatus al ser la cuñada de lord Cholmondeley era algo que le daba ventaja en la región, por eso era tan presumida y arrogante que la mayoría de los caballeros la detestaban, lo que hacía que una propuesta matrimonial se convirtiera en una verdadera hazaña.
Robert Preston, marqués de Winchelsea, autoproclamado nómada había llegado a su próxima parada en Cheshire para conocer el condado y sus maravillas; sin embargo, acabó conociendo a la criatura más petulante de Inglaterra, aunque con un encanto que solo él podía percibir.
¿Sería posible que por fin deseara establecerse en ese condado solo para hacerle tragar su arrogancia a Frances o seguirá su camino dejando atrás a esa bella arpía?