Dalia es libre y no quiere que nada le quite su libertad. Pero mantenerla se vuelve un problema cuando es invitada a estudiar a no una, sino a tres prestigiosas escuelas de magia.
¿internados?¿Notoriedad? A ella no le interesa. Solo quiere jugar y hacer piruetas. A quién le importa Hogwarts cuando en el Circo de las Maravillas convives con los más geniales metamorfos, animagos, legeremantes, criaturas fantásticas e híbridos del mundo mágico.
Pero sus padres parecen no pensar igual. No importa que ellos sean los dueños del circo que Dalia tanto ama y le hayan enseñado a atesorar la vida salvaje tanto como la independencia. No importa que ella no quiera encerrarse en una escuela nueve meses al año y no ver a su familia, ni volver a actuar para personas, o vivir al borde de la sociedad y sus leyes; pero más importante: no perder su preciada libertad.
Para Dalia, Hogwarts es la representación de todo lo que odia, y eso es mucho decir. Pero todo el odio que profesa por esa escuela no quita que deba asistir... Y, claro, nada dice que no puede ser expulsada.