Segundo de Bachillerato promete ser un curso normal y corriente como los demás, a excepción de que, en junio, será el examen de acceso a la universidad y Donna pretende bordarlo para poder irse a estudiar fuera del pueblucho en el que lleva viviendo toda la vida. No me malinterpretes, el pueblo donde vive nuestra protagonista no está tan mal, pero es muy pequeño y no hay nada que puedas hacer para entretenerte. Ni siquiera hay un mísero centro comercial. ¡Qué aburrimiento! Normal que Donna se quiera ir. En fin... Ella pensaba que su último año de instituto iba a ser normalillo. Estudiar, salir con su amiga y poco más. Sin embargo, ese año, la dirección del instituto decide cambiar la manera de organizar a los alumnos en clases. Antes, era por sorteo y no importaba el tipo de bachillerato que estabas cursando pero ahora, todo el que esté matriculado en bachiller científico irá con los que estén matriculados en esa especialidad. Y así con humanidades, ciencias de la salud, etc. Por esta razón, a Donna le toca en la misma clase que Colin. Y por casualidad, se sientan juntos. Hasta ahí no hay ningún problema, excepto por el hecho de que ellos fueron mejores amigos en el colegio y al entrar al instituto fueron alejándose. A pesar de eso, no hay nada de mal rollo entre ellos. Su tutora propone un ejercicio para quitarse el miedo de hablar en público, que consiste en defender un tema con la persona que está sentada a su lado delante de toda la clase. Ellos lo hacen juntos y defienden tan bien su tema que la tutora les recomienda ser compañeros de estudio. Hacen muy buen equipo así que deciden hacerle caso. Ambos pasarán muchas horas juntitos estudiando en la biblioteca, en clase y también en su tiempo libre, cosa que hará que los sentimientos que tenía Colin por Donna en la infancia vuelvan a manifestarse. ¿Surgirá el amor entre libros y apuntes?