La tierra se sacude con el estallido del cañón, al levantar la vista del suelo y ver todo a mi alrededor... es horrible. Nunca pensé que estaría en esta situación, jamás quise que esto pasara. No pedí nada de esto, no pedí nacer con la corona en mi cabeza, no pedí ser traicionada y no pedí estar en medio del campo de batalla. La tierra vuelve a sacudirse con el estallido de una bomba del mando enemigo, desde mi posición puedo ver su cara. Su mísera cara. Logró verlo sentado, mientras sus hombres se mueren enfrente suyo y el muy infeliz está comiendo ¡Maldita Ballena!. Uno de sus hombres me ve... y mierda que esto no va a terminar bien. ¿Quién iba a decir que ser mujer traería tantos problemas?. Porque, ¡Dios Santo!, ellos me tienen miedo. Miedo de lo que puedo hacer, de lo que puedo decir, pero sobre todo de lo que puedo conseguir. Siendo quien soy. Y honestamente esto me fascina, poder infligir miedo en las personas es adictivo... es tener el control en las manos, es decidir su futuro y es delicioso. Ellos me subestimaron, me traicionaron, me quebrantaron, y me mataron. Y pagarán con creces todo, y cada una de las mierdas que hicieron. Voy a disfrutar su caída. Lo más divertido de ver a alguien en la sima, es ser testigo de su caída.