-No me dejes!!!! Dijiste que siempre estaríamos juntos, lo prometiste- gritaba desesperado mientras golpeaba con mis puños su cuerpo inerte y sin vida contemplando como la vida se había ido de sus hermosos ojos cafés que alguna vez me contemplaron con amor pues ahora no había absolutamente nada.
NADA.
Era mi palabra del día a día cuando me preguntaban que tenía o como me sentía. Simplemente no sentía nada.
Desde que él se fue todo se acabó para mí. Mi ilusiones, sueños, metas, proyectos, él se lo llevó todo porque en cada uno de ellos él estaba presente. Si vivía era porque él así lo habría querido, porque a él le gustaría que así fuese, que cumpliera mis sueños y metas aun si él no estaba presente.
¿Quién lo arrancó de mi vida? ¿Quién fue el culpable? ¿Por qué nos hicieron esto? Eran preguntas que me hacía diariamente desde que él se fue pero nunca encontré respuestas al pasar los años, pero nunca me olvidé de ellas porque su ausencia siempre estaba presente en cada rincón de nuestro apartamento sobre todo en nuestra cama donde no podía acostumbrarme a dormir solo.
Mi vida era monótona, no salía con nadie, a veces solo con amigos y al trabajo. Pero una de las preguntas que siempre me he planteado haría lo posible por responderla y era: ¿Quién había sido el asesino? tarde o temprano lo descubriría, porque lo haría pagar sin importar que, no me importaba quien fuera, a esa persona no le importó todo lo que yo pasé sin él, las infinitas noches que lloré despertándome de una pesadilla que no era más que mi realidad, su ausencia y lo apesadumbrado que me encontré por años, lo que me costó recuperarme de ese trauma, así que a mí no me importará sus sufrimiento incluso si tengo que mancharme las manos de sangre lo haré sin pensarlo.
Porque yo nunca pude olvidarlo. El día en que lo enterré también enterré mi corazón.