Todo lo que Clara Reyes quería era un empleo normal, uno que le permitiera pagar la renta y poner comida en la mesa, tras ser abandonada por su novio con el que compartía la mitad de los gastos. Nunca se imaginó trabajando en una compañía tan grande e importante como la del señor Schneider, y mucho menos se imaginó que quedaría siendo su asistente personal. Al inicio todo parecía un cuento de hadas, Schneider era un tipo bastante...eh...poco convencional, pero era un jefe comprensivo y era sencillo trabajar con él. Claro, hasta que le pidió irse de vacaciones a un crucero con su familia. Las calmadas y hermosas aguas, junto con el bar abierto y la comida de primera, deberían haber sido lo mejor que a Clara le pudiera pasar, pero no puedes estar tranquila con tres hijos peleándose por ser la cabeza de la compañía, tres nietos sedientos por su parte de la herencia, una ex esposa aún más peculiar y un hombre que detesta a las cazafortunas. Oh sí, porque eso parecía ser Clara. La novia cazafortunas.