La luz de la luna atraviesa furtiva la ventana iluminando con sus plateados rayos de luz un viejo papel amarilleado debido a la humedad y al paso de los años. La pluma, con sutiles trazos, dejando tras de sí un rastro de sentimientos en forma de negra tinta, recorre cada uno de sus pliegues conducida por una alargada y fina mano cuyos dedos, delgados y manchados de la oscura tintura, describen ligeros pero cuidados movimientos. Cada verso, cada palabra, cada letra, perfectamente dibujada, perfectamente escrita.
La estilográfica, próxima al pie del papel, finaliza su obra con un delicado punto negro, apenas una pequeña línea escapándose de su absoluta redondez. Tomándolo entre sus manos, el poeta contempla su creación. "El sol de tu mirada", reza su primera línea. Acercándolo a su rostro, un inaudible susurro escapa de su garganta cargado de sentimiento: "Para ti, N", posando ligeramente sus labios en la hoja junto al título del poema. Tras ello, procede a abrir un pequeño cajón de madera situada en el costado izquierdo de su humilde escritorio. Deslizándolo suavemente a su interior, levanta la endeble portada de la carpeta que retenía sus creaciones, la cual, después de retirada la mano que la sustentaba, cayó a su posición original con un vacilante movimiento como una hoja en otoño. Antes de cerrar el cajón, el escritor vuelve la mirada hacia su colección, esbozando una sonrisa en su rostro, la representación de la satisfacción por el trabajo bien hecho. Alegre, se vuelve dispuesto a abandonar la sala, un posible nombre para su antología resonando todavía en su cabeza: "Poemas en la noche".
Prólogo
Este no es un libro común. No sigue un hilo lineal ni una estructura predecible. Es un mapa fragmentado de emociones, un testimonio escrito con la piel y la memoria. Cada página es un eco de experiencias vividas con la intensidad de quien no sabe sentir a medias.
Aquí, las palabras no solo narran, sino que transforman. Se deslizan entre la realidad y la ensoñación, entre el deseo y el desprendimiento. No es una historia de amor, aunque el amor la atraviese. No es una confesión, aunque haya verdad en cada línea. Es el reflejo de una conexión que despertó partes dormidas de mí, que me llevó al borde de mí misma y me obligó a mirarme sin velos.
Escribir estas páginas ha sido un acto de valentía y de entrega. No fue fácil. Fue un descenso a los recuerdos, un volver a sentir cada matiz con la crudeza de quien no ha olvidado. Mi perfeccionismo casi me impide compartirlo, pero he decidido soltar. Porque este libro no solo me pertenece a mí, sino a quien lo lea y se encuentre en sus fragmentos.
Si alguna vez has sentido que alguien fue un espejo para ti, si has explorado los laberintos de tu propia transformación, quizá en estas páginas encuentres un reflejo de tu propia historia.
Bienvenido a mi mundo.