Me and the sea

Alicia dejó su corazón en el mar. No lo perdió ni se lo robaron. Lo entregó por voluntad propia, sin saber cuánto de sí misma quedaría atrás.

Cada año, entre agosto y septiembre, regresa a tierra en busca de un corazón. Uno solo. Pero debe estar maldito. Para el mar, significa que debe ser infeliz. Para Alicia, significa encontrar a alguien como ella, alguien que también haya olvidado lo que una vez fue.

Con el tiempo, su búsqueda se ha vuelto fácil. Casi natural. Seducir a hombres y mujeres para luego asesinarlos se ha convertido en un juego. Un acto meticuloso, calculado, casi mecánico. Apenas siente algo al hacerlo. Apenas siente algo en absoluto.
A lo largo de los años, Alicia ha perfeccionado su método. Siempre encuentra el corazón adecuado, siempre cumple con lo que se espera de ella. Hasta que un día, por primera vez, elige mal.

Entrega un corazón que no estaba maldito. Un corazón que no era infeliz.

El mar, que nunca ha mostrado interés en nada más que su sacrificio, reacciona. No acepta la ofrenda. Y como castigo, en lugar de quitarle algo, le devuelve lo que perdió: sus emociones. De golpe.

Alicia vuelve a sentir. Todo.
El dolor, la nostalgia, el miedo. Pero también la ternura, la risa, la conexión con otros. Se da cuenta de lo que realmente entregó aquel día en el mar, y de lo que ha estado haciendo desde entonces. Seducir y asesinar era fácil cuando no sentía nada... pero ahora, ¿cómo seguir adelante sabiendo lo que ha hecho?

Y lo más inquietante: si el mar pudo devolverle sus emociones... ¿qué más puede hacer?