A pesar de que lo acusen de perro soltero intratable y de ser el hijo consentido de su padre en el trabajo, Jiang Cheng pasa sus días sin preocupaciones al respecto. ¿Pareja? ¿Para qué quiere una? Tiene tantos juguetes a su disposición como agenda libre. ¿Dinero? El sueldo de la empresa de su padre le da para vivir sin problemas, pero no para cumplir todas sus aspiraciones. Sino a santo de qué se asocia con su hermano para abrir un negocio. ¿Aficiones? Oh... más de una. Pero nadie necesita saberlas. Mejor que sigan pensando que es un sádico amargado que no sabe divertirse sino torturando al resto de departamentos con las cifras. Y en algo no se equivocan, algo sádico sí que es, pero eso es sólo una pequeña parte de la diversión. ¿Problemas de exceso de control? Por supuesto que no. Todavía no ha sacado a Zidian para golpear a cada uno de los idiotas con los que tiene que tratar a diario. Y por falta de ganas no es. ¿Adicto al trabajo? No especialmente, salvo a su segundo trabajo. Ese si le gusta. Es el único motivo por el que realmente decidió ayudar a WuXian con su negocio de mierda. Porque fuera de pasarse el día entre contratos, porcentajes y cálculos, Jiang Cheng sólo tiene que coger su látigo para sentirse a gusto. Los juguetes llegan por si solos reclamando atención. Lo único que tiene que hacer es sentarse y esperar a que laman sus zapatos. ------------------------- Completamente +18. Avisos al final del prólogo. Si no estáis a gusto, huid.
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