A veces las sonrisas ocultan dolor, las lágrimas guardan rencor y los pensamientos te destruyen más que un insulto. Y es justo allí cuando reparas en que has visto a la muerte directo a los ojos, impasibles y calmados, que te prometen que con ella todo será mejor. Y quizá no mienta, sólo debes atreverte a descubrirlo.