Chloe tenía una familia normal en una situación poco común. Vivía con su madre y su hermano pequeño, sin embargo, en vacaciones debía visitar a su padre y hermana en Londres, alejarse un océano por tal vez dos meses y volver con su madre luego. Lo habían decidido así porque era lo justo, lo habían decidido así porque era seguro, y sin saberlo, también habían abierto una puerta a los juegos azarosos y a veces trágicos de la vida. Todo lo que se podía esperar eran cosas malas y sufrimiento, pero Chloe era una chica con suerte.