Lalisa Manoban pronto es hechizada por ese mundo iluminado perpetuamente con luces de neón y seducida por la magia que las lentejuelas y el maquillaje conjuran, y no tarda en entregarse al demonio de la banalidad, y erigirse a sí misma como una diosa etérea, inalcanzable. Pero descubrirá también que ese luminoso mundo tiene una cara oscura que al igual que el enorme felino que se introduce en su cuarto de hotel una noche, la acecha y amenaza. Y pronto aprenderá (de la peor forma) que volverse un objeto del deseo puede tener un alto (y aterrador) precio. Su vida será un cuento de hadas donde la princesa en busca de realizar sus sueños, se pierde en el bosque de las apariencias, donde las bestias que lo habitan se entregan a las más aberrantes pulsiones con tal de satisfacer su apetito insaciable de belleza