Esta historia narra algunas de esas posibilidades a las que nos aferramos para sostener las relaciones con personas que alguna vez amamos, pero que el tiempo, la rutina, la incompatibilidad o simplemente el destino, nos puso en algún momento enfrente, y después de un período compartido, toman otro rumbo, y nos demuestran que el amor es tangible, finito y hasta a veces, incómodo. Y no sólo el amor de pareja. Esta historia habla sobre el amor no idílico atravesando varios vínculos... los padres, los hijos, la maternidad y el más importante, ese que nunca se puede romper, aunque todos los demás se rompan, el que entablamos a diario con nosotros mismos. Nuestros miedos, frustraciones, inseguridades, pasiones y un sinfín de sensaciones que nos invaden tratando de encontrar algún equilibrio, aunque no sepamos siquiera si existe, pero que nos haga visualizarnos en un estado de placidez más o menos constante que simule felicidad.
Quizá, al terminar el amor, nos sobreviene la paz, pero otras el miedo a la soledad, el agotamiento de tener que empezar otra vez de cero... el volver a confiar, el planear como nos plantamos frente al mundo para encontrar compañía otra vez, y como haremos para cambiar en el futuro, todo lo malo que nos dejó lo anterior. Y tal vez en esa exploración tan íntima, de nuestras inseguridades, temores y desafíos, descubramos por casualidad la verdadera esencia de estar en pareja, y que a veces, la infelicidad de cuatro... se reduce al placer de dos, a partir de una terapia poco convencional.
Una "Terapia imperfecta"