Era una noche cualquiera... No podía conciliar el sueño, a mis 63 años quién quisiera perder el tiempo durmiendo, entonces fui a inspirarme al baño. Sentado recordé aquellas noches cotidianas, la cual tenía 6 años, veía a mi bella dama, mi madre, quien me acompañaba en noches como esta, se sentaba en el borde de la tina y se ponía a leerme un cuento... Podía revivir aquellas historias fantásticas olvidando el verdadero motivo por el cual estuve sentado, pues el sonido de su hipnotizante voz hacía que pierda la noción de la realidad... Ahora que no me acompaña, trato de imaginarme que aún está en aquella tina esperándome cada noche en nuestra cita nocturna en un lugar particular.