Ella ha regresado al mismo sitio. Está en la misma banca, manteniendo su aire de misterio, hasta que su mirada se queda quieta, pausadamente sobre mí. Y cómo contarles que desde entonces todo su ser me embriagó. No obstante, al llegar la noche, los efectos del día recaían en mi ser, causando las más extrañas alucinaciones, junto a las más bravas emociones de afecto. La mezcla de una confusión en mi juicio fue al final fortuita, o lamentable para quien ama, y para quien, asimismo, sufre la vida como si fuere la muerte.