Fernando Mendiola y Leticia Padilla Solís crecieron juntos. Su padres eran mejores amigos desde sus días en la Universidad y cuando los dos mujeres quedaran embarazadas, acordaron de que sus hijos también serían mejores amigos (les guste o no). Para la fortuna de las dos madres sus hijos no solo son mejores amigos si no algo más. Pero una confusión destruyó su amistad y las posibilidades de algo más.