Pese a la prosperidad científica promulgada por medio de todos los ámbitos de la medicina, la homosexualidad ha estado catalogada como un trastorno mental por la Organización Mundial de la Salud hasta el año 1990. No obstante, la discordia entre los especialistas en la materia sigue patente tras su descatalogación, lo que favorece el ingreso de Taehyung en un centro de conversión sexual. Por ello, es objeto de una terapia reparativa que amenaza con quebrantar su voluntad, apoderarse de sus más intrínsecas convicciones y reincidir en inquietudes que ha tenido por adormecidas tantos años.
Recluido, en contra de su voluntad, en un hospital donde los labios de la desesperanza amenazan con tatuarse con tinta de dolor en su piel, vengar todos los años de padecimiento y existencia desnuda parece ser su única opción para mantenerse cuerdo. El responsable de su tratamiento, Jungkook, tiene por prioridad hallar una cura para su desviación, pero la pronta familiaridad que se instaura entre ambos impide el cabal desempeño de sus intenciones y reorganiza sus prioridades. Taehyung lo aborrece por ser el exponente máximo de la vejación a los de su condición, y se debate entre disuadirlo de sus principios o mancillar su impecable reputación. Sin embargo, ¿qué proceder debería adoptar cuando un ser tan despreciable despierta en él las más sublimes impresiones, que suscita los miles de gritos que han sido por años acallados por su boca? Pero, sobre todo, ¿existe proceder que le permita eludir aquella cicatriz, inusualmente idéntica a la suya?
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