El destino y la maldad se encargaron de separarlos, sin embargo, entre ellos había un lazo imposible de romper, un lazo del que no estaban enterados. Itadori a sus 19 años experimentará la dicha de ser padre, y hará todo lo que esté en sus manos para cuidar de sí y de su pequeño hijo, a pesar de ser la viva imagen de esa persona.