- ¿En serio crees que dejaría de hacer lo que tengo que hacer por estar aquí sentada? - dijo Violeta viéndolo a los ojos, con una sonrisa desdeñosa. - Sí, eso creo y lo compruebo con tu presencia - le respondió el muchacho mientras acercaba su cara a la de ella. - Pues bien - miró al paisaje, alejando su mirada de él - ¿qué quieres hacer? - No lo sé, simplemente tenía ganas de verte y ya... No he hecho ningún plan. - Bueno... - volvió la mirada al chico - ya me viste, así que lo mejor es que me vaya... - ¡No! - agachó la cabeza - perdón por alzar la voz. No te vayas, por favor. - ¿Por qué...? - dudo un poco en lo que iba a decir - ¿Por qué después de tanto tiempo tú y yo seguimos así? Parecemos estancados en nuestros sentimientos. ¿Por qué de tanta gente que hay en este mundo nosotros simplemente no podemos alejarnos, pero tampoco estamos juntos? - expresó Violeta intentando sonar irónica - Pero bueno - suspiró - aquí estamos y la verdad no he planeado nada tampoco. ¿Qué tal si...? - se acomodó en su asiento y tomó el rostro del muchacho. - ¿Si...? - alzó su ceja con picardía, tratando de dispersar las palabras anteriormente dichas por Violeta. - ¿Qué tal si me das uno de esos besos que me hacen olvidar de todo y de todos? - le respondió con sus labios casi pegados a los de él y con los ojos cerrados - ¡Dios! - dijo el muchacho con el corazón acelerado - por ti... - puso sus manos en las mejillas de Violita - es por ti que... *Hola gente, he venido con una nueva historia. Desde ya lVes aviso que es una historia +18 por diversas razones - guiño, guiño - así que si eres menor de edad o no te gustan este tipo de historias no la leas.