Tantas noches de llanto y tantos días de inconformidad, lo llevaron a un pozo de depresión sin salida, donde la culpa lo ahogaba. Un sol brillante y esperanzador se encontraba en los brazos de aquel chico que acababa de entrar a la adultez, al que nunca le importó que no estuviera en los 20. Alguien que pudo apreciar su belleza.