Nunca he conocido a nadie como ella, tan libre, tan fuerte... tan Teresa. Fue mi primera amiga, mi primer amor... un amor desenfrenado y apacible, un amor puro y pasional... un amor que me revolucionó, que hizo de mí una mejor persona. Lástima que su efecto no duró para siempre y, al dejar San Vicente, me convertí en lo que soy... una rata cobarde. Gracias a ella me armé de valor para enfrentar a mis padres y perseguir mi sueño, y mira cómo le pagué; no hay día que no me arrepienta.
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