Heather Steinwedel es sinónimo de huérfana reciente por un incidente... desconocido o simplemente oculto bajo la alfombra eterna de los muchos otros secretos que envuelven el pueblo fantasma de Reshville. De tal forma, no le queda de otra que ir a vivir con su tía hasta ser mayor de edad, al mismísimo hotel en el borde del pueblo, donde mayor es la nube de incógnita que crece con el paso de los años.
En su primera noche como huésped, la curiosidad le gana y llega hasta una habitación del piso abandonado de la edificación, donde para su sorpresa, un chico semidesnudo parece estar encerrado mientras demuestra actitudes un tanto extrañas que pronto se convierten en pedantes de una forma muy cambiante, ¿o solo está tan enfermo mentalmente como dicen? Lo que sí se puede afirmar es que es un condenadamente astuto individuo que se divierte con un peligroso juego entre manos y parece siempre estar acechando como cazador a su presa.
Huéspedes que parecen ocultar más de lo que muestran, desapariciones en noches de luna llena, cadáveres escondidos en los sitios más impredecibles, un grupo que oculta la verdad así sea con sus vidas, pesadillas que hacen dudar de la realidad, sacrificios para depurar pecados; secretos, secretos, secretos ¡y más secretos! Ellos nunca dejan de mentir, nunca dejan de ocultar y nunca dejan de matar.
¡Todos señalan al monstruo! ¡Quieren cazar al monstruo! Sin embargo, ellos son el único monstruo, ¿acaso se apuntarán cada vez que vean su reflejo en el espejo?
No tengo ni idea, pero de lo que sí estoy segura es que mi perdición se aproxima y todos parecen estar al tanto de ello, pero nunca me dicen nada, ¿acaso están esperando a que pierda la poca cordura que me queda? Pues sí, eso pretenden hacer y... lo están logrando. Él lo está logrando.
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