Kim Seokjin, un aclamado modelo conocido por ser la musa perfecta durante una época especial del año, tenía el don de inspirar con su belleza y carisma a cualquier artista que se cruzara en su camino. En esa temporada mágica, su presencia se transformaba en arte. Por otro lado, BTS, el grupo icónico de seis talentosos cantantes, decidió embarcarse en un proyecto artístico único: crear una serie de pinturas impresionantes para su gira mundial, como un tributo visual a sus fans. En su búsqueda de inspiración, tropezaron con la temporada de solicitudes de Jin, y sin pensarlo dos veces, pidieron una colaboración. Lo que nadie esperaba era que ese encuentro casual, lleno de sonrisas y auténtica camaradería, se convertiría en una silenciosa batalla de talentos y corazones. Cada integrante de BTS, con su personalidad única, competía por un pedazo de la atención de Kim Seokjin, desatando una competencia tan divertida como artística.
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