"¿Está bien que el anfitrión de la fiesta esté aquí y no sea partícipe de ella?" Kaeya intenta, asomando el rizo de una sonrisa. Diluc no contesta, al menos no pronto, sus dedos se aferran a las manos de Kaeya, observando la unión entre ellas. "Viniste", responde en cambio, y hay algo que suena cercano al alivio. El pulgar de Kaeya se encuentra dejando caricias en el dorso de la hábil de Diluc cuando dice "siempre, amor, siempre". - Esto es totalmente autoindulgente, iba a tener una taquicardia si no escribía algo sobre estos dos, y «bailando» era la idea que me carcomía.