Miedo... No, más que eso. Es terror en estado puro lo que siento. Huir, correr, tengo que hacer algo, lo sé. Es la única forma de sobrevivir, pero el pánico se aferra a mis extremidades y estas se niegan a obedecer. ¡Cobarde!. Me repito internamente y aún así continúo escondida. Lejos del caos, de la sangre. Lejos del monstruo que yo misma ayudé a crear. Él no se va a detener. Nunca lo ha hecho y es mi culpa. De repente el ruido cesa, el silencio se extiende por toda la estancia y es precisamente esa quietud abrumadora lo que me asusta más que cualquier otra cosa. -Sal pequeño pajarito. -su voz, burlona y tranquila hace eco entre las paredes del lugar mandando escalofríos por cada célula de mi cuerpo-. Sal y no me hagas ir a buscarte. ¡Mierda!. No quiero morir... La desesperación me hace reaccionar y salgo despavorida para pedir ayuda. Las lágrimas se desbordan por mi cara sin control, los pulmones me arden y mis piernas tiemblan por el esfuerzo, pero no dejo de correr ni un segundo. Solo tengo que llegar hasta la calle. Encontrar a alguien...a cualquiera...buscar a... El golpe me toma por sorpresa y un quejido de dolor es todo cuanto sale de mi boca antes de caer al pavimento. -Te encontré Ali. -murmura él, empujando su zapato contra mi espalda. Sé que hay sangre, la noto caliente escurriendo desde mi cuello-. Ahora por fin estaremos juntos para siempre.All Rights Reserved