Todos los seres han sido destinados a amarse. Es algo que nunca pudo evitarse. El amor se produce tarde o temprano, pero siempre encontrarás a tu media naranja, esa persona con la que compartes gustos, aficiones, sentimientos, carácter... Pero sobre todo el amor mutuo y sincero que comparten. Constance, neoyorquina de veinticuatro años, estaba fascinada con el amor que sentían sus padres, desde bien pequeña. Le latia el corazón con fuerza, al pensar que en cualquier parte del mundo, hubiera una persona con la que estaría completamente enamorada. Ella, se imagino un amor lleno de rosas, pero, su hermano mayor, ya le aviso que el amor no siempre es como una rosa, también, en lo más profundo, se encuentran unas espinas, tan dolorosas, que pueden dejar el corazón roto. Y Constance, no lo entendió, hasta que comenzó su historia de amor.