Todos los seres han sido destinados a amarse. Es algo que nunca pudo evitarse. El amor se produce tarde o temprano, pero siempre encontrarás a tu media naranja, esa persona con la que compartes gustos, aficiones, sentimientos, carácter... Pero sobre todo el amor mutuo y sincero que comparten.
Constance, neoyorquina de veinticuatro años, estaba fascinada con el amor que sentían sus padres, desde bien pequeña. Le latia el corazón con fuerza, al pensar que en cualquier parte del mundo, hubiera una persona con la que estaría completamente enamorada. Ella, se imagino un amor lleno de rosas, pero, su hermano mayor, ya le aviso que el amor no siempre es como una rosa, también, en lo más profundo, se encuentran unas espinas, tan dolorosas, que pueden dejar el corazón roto.
Y Constance, no lo entendió, hasta que comenzó su historia de amor.
Asher pensaba que tenía una vida perfecta. Era el mejor en su equipo de hockey, tenía las mejores notas en la universidad y un grupo de amigos que parecían serle fiel.
Pero cuando conoce a Skye, la hermana de uno de sus mejores amigos cree que la chica está loca. Tiene una actitud tan dura que es difícil de romper y suele irritarlo todo el tiempo desde que se ha mudado a vivir con su hermano y él.
Y cuando los chicos del equipo le proponen que no conseguiría conquistar a alguien como Skye, lo ve como un reto que está dispuesto a jugar, una apuesta para conquistar el corazón de alguien como Skye es suficiente para que Asher acepte, pues es demasiado competitivo y no está dispuesto a perder su puesto en el equipo de hockey y pasarse el resto del año en la banca como le han apostado.
Sin embargo, a medida que conoce a Skye, Asher se da cuenta que la chica es todo lo contrario a lo que le ha tratado de demostrar, conquistarla no parece tan complicado como pensaba y el corazón de ella no parece ser el único en juego.