Montegordo guarda una leyenda. Solo es eso, una leyenda. Una creencia tejida por las imaginaciones de los campesinos, nada más. Tal vez, era lo único que nos unía, o eso me gustaría pensar. Sinceramente, no lo sé, porque nunca llegué a encajar del todo. Pero no hablo solo por mí. Y aunque sé un poco más que Aldo, Miruella y el mismo Leopoldo- puesto que aquí han perdido toda cordura y no son más que un cúmulo de sentimientos de desgracia-, cuando se trata de estas cosas, los rumores no solo persisten: se convierten en verdades para quienes los repiten.All Rights Reserved
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