En la penumbra de la habitación, el chico se sienta al borde de la cama. Su piel pálida contrasta con el cabello color chocolate que cae en su rostro, parece reflejar su estado de ánimo indeciso. Sus ojos están cerrados, y las ojeras bajo ellos revelan noches de insomnio y preocupación. El chico parece sumido en sus pensamientos, como si cargara un peso invisible sobre sus hombros.
Frente a él, la chica sostiene sus manos con ternura. Su cabello negro cae sobre sus hombros, y sus ojos verdes están enrojecidos por las lágrimas. Una pequeña cicatriz adorna su mejilla, como un recordatorio de algún pasado doloroso. Su mirada se encuentra con la del chico, y en ese instante, ambos parecen compartir una tristeza profunda y un miedo que no pueden expresar con palabras.
Amaia sabia que no podia confiar en nadie, el temor y la insertidumbre del que pasara la dejo encerrada en una burbuja de la cual ya no puede salir.
Todo en un punto fijo que marca un punto de salida en el reloj, este tiñendo de rojo esperando a que el marcador llegue a cero.
Y marquen por fin, el juego final.
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Él es el único peligro presente cuando está cerca .
Ella es su tentación.
Él es un indiscutible error .
El señor de la oscuridad en Nueva York , el único que puede mostrarte que es el temor con tan solo una mirada .
Nadie nunca a logrado domar su corazón tan negro como la misma noche , él no tiene ningún tipo de remordimiento por nadie , no le importa nadie con tal de seguir en el poder .
Hasta que llega ella .
Que lo hace cambiar no tan solo de idea sino que lo hace mirar más allá de la lujuria .
Inicio de publicación 29_9_2024