No nací con ella. Tampoco nací de ella. Los monstruos no nacemos, somos creados por la más genuina oscuridad del alma. Aunque al principio solo fui aquel antifaz que protegía sus preciados sueños en las más oscuras noches de tragedia, con el paso del tiempo, me convertí en la guardia y protección de su pureza. Como el osito de peluche que ahuyentaba a cualquier monstruo que pudiera salir del oscuro armario. Una vez comencé a enfrentar aquello que nos amenazaba a ambas, no pude evitar comenzar a teñirme de gris. Y acabé por ser aún más oscura que él. Pero todo fue por ella, mi única amiga, aunque no supiera que yo estaba ahí para sostenerla, y que siempre lo estaría. Porque formo parte de ella, tanto como ella de mí. [Obra en proceso]