Mientras el café se enfría, Quetzalli recuerda los eventos dolorosos que la llevaron a ese lugar. La perdida de un ser querido nunca es fácil, pero tener a alguien que te comprenda puede hacerlo un poco mejor. Aquella cafetería mágica, donde se encontraba en ese momento, había abierto sus puertas ocho años atrás para recibir y ayudar a cualquier criatura con males del corazón; y hace seis años que esas dos mujeres se encontraban ahí para compartir su dolor. Todo había comenzando en un día lluvioso, cuando Quetzalli era apenas una niña.All Rights Reserved
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