Dulce Fantasía

Odette Estulte experimentaba una mezcla de nerviosismo, emoción y un atisbo de miedo. En unos días, emprendería un cambio significativo al mudarse a una nueva ciudad para iniciar su trayecto universitario. Ante la incertidumbre del futuro, se sumergía en un torbellino de emociones.

Desde su infancia, Odette fue una figura solitaria en contraste con su familia, cuyo espíritu era extrovertido y sociable. Se sentía como un huésped incómodo en su propio hogar, una intrusa que no encajaba. Ni hablar de los intentos de tener el cariño de su familia que siempre se esfumaban en segundos. Entre los miembros de su familia, solo su hermano menor, James, se erigía como su confidente y amigo leal.

El cine, un refugio en el que se perdía para escapar de sus conflictos, era la pasión que alimentaba los sueños de Odette. Anhelaba ser directora, emulando a su ídolo, James Cameron. Sin embargo, enfrentaba la triste realidad de pertenecer al grupo de personas que sacrifican sus aspiraciones en aras de la felicidad ajena.

La única amiga de Odette insinuó que el amor podría ser la solución a sus dilemas. Pero Odette, escéptica, no creía en el amor; para ella, era una noción ridícula reservada a los personajes ficticios que poblaban su imaginación cinematográfica.

La universidad se presentaba como una nueva oportunidad. ¿Forjaría amistades significativas o sería objeto de burlas por no cumplir con la imagen de la chica perfecta? ¿Constituiría simplemente otro año en su vida, o un deseo de cumpleaños desencadenaría un giro en su destino? ¿O acaso descubriría la dulce fantasía latente en su corazón?

Solo el destino sostenía las respuestas a estas incógnitas, guiando el camino incierto de Odette hacia lo desconocido.