Después de perder a su madre, Mew se queda con un vacío que ni el tiempo ni las palabras logran llenar. A su alrededor, todos intentan consolarlo, pero nada llega realmente a él, hasta que Gulf, su compañero más silencioso y distante, se sienta a su lado.
No le ofrece consejos. No le habla del dolor. Solo lo acompaña.
En ese silencio compartido, nace algo inesperado. Una conexión tenue, casi invisible, que empieza a crecer sin pedir permiso. Mew no sabe por qué, pero cuando Gulf está cerca, el mundo duele un poco menos.
Lo que comenzó como un gesto de compañía se transforma lentamente en algo más profundo. En medio del luto, el amor encuentra su forma más honesta: sin palabras, sin promesas, solo dos corazones aprendiendo a latir juntos.
Entre risas en la cocina, madrugadas con biberones y caricias silenciosas bajo una manta, Harry y Draco descubren que el amor no siempre viene con batallas épicas ni grandes declaraciones.
A veces, basta un susurro en la noche, una siesta compartida o una carta de Hogwarts en la mesa del desayuno.
En esta colección de momentos -sin orden, sin prisas- viajamos por recuerdos sueltos, pequeños destellos de lo que fueron, lo que son, y lo que jamás dejarán de ser:
Una familia. Un hogar. Unos adolescentes enamorados. Un amor que hace del instante, una eternidad.
Cada capítulo es una escena única, un abrazo al alma para quienes creen que el amor se encuentra en los detalles más simples.