Quiero tu feromona
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Ongoing, First published Sep 17, 2021
Lu Xianzhou lleva muchos años en el negocio y es un hombre despiadado al que todos temen. Rechazó el emparejamiento de AO muchas veces hasta que apareció el emparejamiento del 99% de Qiao Jin y la oficina de emparejamiento de matrimonios hizo un emparejamiento forzado. Por fin vio lo delicada y suave que era Omega, y cómo lloraba cuando la tocaban, y cómo lloraba incluso cuando la tocaban ligeramente. No se le puede pegar ni regañar. -- Qiao Jin es tímido por naturaleza y también tiene miedo al dolor. Cuando se casó con Lu Xianzhou, tenía miedo de llorar, y lloraría cuando tenía miedo al dolor. Un día después de la boda. Qiao Jin se puso la ropa y llamó con cuidado a la puerta del estudio de Lu Xianzhou. "Eso... eso". 
"¿Qué es?" Lu Xianzhou levantó la vista y vio que estaba a punto de llorar de miedo otra vez, así que extendió la mano con impotencia: "Ven aquí". 
"Quiero..." Qiao Jin se sonrojó y se acercó lentamente con pies suaves, susurrando: "Quiero tus feromonas".

autor: Dai Arakawa
capítulos: 104 + 17 extras con historias secundarias.
Todos los créditos al autor original
Esta novelas no es mía, solo la estoy traduciendo. Ayudándome también con traductor Google.
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Bajo tu Dominio

75 parts Ongoing

No la buscaba a ella, ni siquiera me parecía importante su jodida existencia. Pero la vi. Y eso lo jodió todo. La primera vez que vi a Anastasia, no fue una elección. Fue una coincidencia. Una de esas que se clavan en la piel y te carcomen la cabeza. No era especial. No era alguien que mereciera mi atención. Y, sin embargo, en cuanto la miré, no pude dejar de hacerlo. Me obsesioné. Como un puto animal en busca de presa, la seguí con los ojos, con el pensamiento, con cada maldito resquicio de mi conciencia. No había razón lógica. No había un propósito más allá del deseo irracional de verla temblar. Anastasia no lo sabía, pero ya era mía. Y cuando finalmente la tuve frente a mí, cuando supe que no podría escapar, entendí algo: no era solo deseo. No era solo obsesión. Era el placer retorcido de poseer algo que nunca debí tocar.