Mi voz interior clama por paz, la caja negra ataca cuando menos lo esperas, te arrincona y amordaza hasta hacerte víctima de ti mismo. ¿Y la luz? Ella se fragmenta -No puedes intentar captarla toda si no entiendes sus partes- en miles de colores distintos. Cada día aleatorio, cada experiencia o reflexión, es un relato contado al borde del precipicio. Hoy escribo para no morir, para trascender. Para los que resuenen, sean bienvenidos al fondo de mis abismos, mientras experimentan en este diario de la verdadera vida -la que sientes y te hace palpitar de cuerpo entero- mi insaciable búsqueda por entenderme yo, por encontrarme a mi.