Cuando Alice conoció a Aedan, lo imaginó como el habitual chico tímido y callado de clase, como el atractivo e interesante que pintan y representan en las historias de Wattpad. Sin embargo, a medida que pasó el tiempo, se dió cuenta de que de habitual no tenía nada y que de tímido mucho menos. Conocerlo al principio era algo divertido e interesante, ahora era algo escalofriante y perturbador. Un vez que empiezas a conocer a alguien, no hay vuelta atrás y en este caso, por desgracia para Alice, no fue muy diferente. - ¿Estás segura de querer conocerme del todo?- inquirió con una voz ronca y pesada. Y lo que hizo Alice en ese instante fue lo peor que jamás pudo llegar a hacer. Con un simple asentimiento de cabeza liberó a un demonio. Un demonio con nombres y apellidos, mucho más cruel y feroz de lo que jamás nadie podría haber llegado a imaginarse nunca. En algo había acertado y es que aquel demonio sí era muy atractivo, cautivador incluso, pero fue un doloroso y cruel juego el que los unió a ambos. Después de aquella terrorífica noche, ella ya no quería continuar conociéndolo, pero de los demonios uno no puede desprenderse así de fácil. Suelen acabar contigo, algunos velozmente, otros, por el contrario, con una dulce y mezquina lentitud. ¿Aedan sería la excepción? ¿O el también terminaría destruyendo a su víctima?