Petricor

Pablo no es de salir mucho, normalmente se la pasa en su casa y no parecía molestarle, amaba no hacer nada, y se sentía bien así, disfrutando de los pequeños placeres que genera el estar solo. Llegó a la conclusión de que no le gusta la gente ni estar rodeado de personas, llevándolo a la vez, a sentirse muy solo.

Aunque no lo demuestre.

Aunque él llame a eso tranquilidad.

Sol se encierra en su mundo, llevándola a hacer cosas que no muchos hacen por vergüenza o creyendo que se ven ridículos; ella no piensa eso, ella solo está viviendo y disfrutando de los pequeños placeres de la vida.

Pero ella también tienes sus problemas, como todos. Nadie tiene una vida perfecta.

Pablo decide dejar de estar encerrado y comienza a abrirse a las experiencias que conlleva el ser un adolescente, comenzando a perderse a sí mismo, llenándose de dramas, convirtiéndose en algo que él no pretendía.

Y Sol llegó justo en el momento indicado.

Llegaron a las vidas el uno del otro, para complementarse a su manera, mientras disfrutan de una buena tarde de lluvia.

Disfrutando el aroma a petricor.