—Era todo un juego, nunca fue verdad. —rió. —No... no puede ser... no puedo creer que seas capaz de hacer eso, me es imposible creerlo. Me senté en el sofá y tapé mi rostro con las manos. En verdad me era imposible creerlo. Jamás me lo hubiera imaginado. —Pues creelo. Nunca pasó y nunca pasará. Adiós... mi amor. —sonrió. Abrió la puerta y se fue caminando. Desde mi ubicación escuchaba cómo reía.